Vitigudino: Paseo por la historia de Vitigudino en "Petrus, el museo de la torre"

Fuente: Lasarribesaldia.es

Desde la Oficina de Turismo de Vitigudino, situada en el Centro Polivalente San Nicolás, se ofrece desde hace unos días la posibilidad de contemplar la riqueza artística de Vitigudino, que no por ser casi desconocida es menos interesante, aunque –eso sí– permanece un tantoculta, casi encerrada como un tesoro medieval entre las vetustas paredes de sillería de la iglesia parroquial de San Nicolás.

Así es que uno de estos días pasados nos dejamos llevar por la responsable de este servicio desde hace unos meses, María Teresa Marcos, efectivamente, la locutora de la emisora de radio municipal, para que –después de atender a estudiantes del instituto– nos condujera junto a un pequeño grupo de mayores de otras localidades por entre algunos de los tesoros pictóricos y escultóricos que se encuentran escondidos en este monumento arquitectónico, fruto de la saga de canteros de los Hinestrosa y que tantos otros edificios eclesiásticos dejaron por la comarca de Vitigudino.

Por supuesto, el encargado de ejercer de guía por este recorrido histórico de Vitigudino no fue otro que Joaquín Bernal, un libro andante sobre los avatares en los que se ha sumergido esta villa desde sus orígenes; hablador incansable y de conversación amena para quien guste escuchar anécdotas y relatos casi de leyenda, algunos de ellos en exclusiva de su memoria y que bien merecería documentarlos, por lo que no será tarde que un día nos pongamos a ello.

Excelente obra de Juan Martín Cabazalero del siglo XVII

Nada más entrar en la iglesia, la primera de nuestras miradas se dirige, por su tamaño, al cuadro situado en la fachada norte del templo. Se trata de la asunción de la Virgen, de Juan Martín Cabazalero,pintor nacido en Almadén en 1633 y que falleció a la temprana edad de 40 años dejando tras de sí importantes obras, algunas de ellas recogidas en el Museo del Prado. Concretamente, el cuadro que aquí se presenta fue donado ´al pueblo de Vitigudino y no a la parroquia´ –asegura Joaquín– por el hijo adoptivo de esta villa y diputado en Cortes, Luis Carvajal y Menjarejo, marqués de Puerto Seguro, conde de Cabrillas y de Bailén en 1916.

Sobre esta extraordinaria obra cabría añadir, además, el gran deterioro que presenta, siendo necesaria su restauración urgente. De esta actuación ya hubo un intento por parte de la parroquia, aunque fue desestimada por su alto coste, al parecer la Iglesia mantiene otras prioridades. De continuar en el estado actual su pérdida será irremediable, y tras ello se producirá un daño irreparable para el arte y la historia de Vitigudino.

Pero además de esta obra de más de tres metros de altura, otra de las figuras pictóricas que llama la atención en la nave central de la iglesia son los óleos que adornan el altar y que son obra del pintor Vidal González, artista que según nuestro guía ´nació en Vitigudino y no en Guadramiro, como algunos aseguran, y así reza en los libros de esta iglesia´, una afirmación que –por su puesto– se contrapone a las tesis guadramirenses. En cualquier caso, nos encontramos ante el pintor salmantino más importante de la historia de esta provincia. Esta obra de Vidal González corresponde a cuatro óleos que fueron pintados en Roma por el artista en 1894 y su peculiaridad, además de su tamaño, estriba en su semejanza con frescos.

Tras este breve inciso en el que Joaquín relata la batalla contra el bando carlista en esta villa y que pese la victoria del pueblo el retablo anterior sucumbió a las llamas originadas de los rebeldes, comenzamos el ascenso por las empinadas escaleras de Petrus, torre que merece un descanso en su primera puerta para adentrarnos en el coro de la nave y ubicarnos sobre uno de los asientos que utilizaron los monjes franciscanos de La Verde para cantar misa en su constante trajinar por La Ribera.

Tras comprobar la grandiosidad de la bóveda, adornada al fondo con el ´retablo´ de Vidal González, ascendemos al museo sacro por 20 peldaños incrustados en la fábrica de sillería. Buena parte de las imágenes de esta iglesia permanecen aquí en una interesante colección que descubre el visitante y que discurre entre la maestra Santa Ana y San Antón, pasando por la Virgen del Carmen, San Crispín, patrono de los zapateros, y San Antonio de Padua, entre otros, aunque ninguna de ellas es ajena al paso del tiempo, como lo demuestran los desconchados sobre su pintura; realmente resulta una lástima que estas tampoco sean una prioridad para la Iglesia.

Repaso a la historia de Vitigudino

En este recorrido por el arte de la imaginería, Joaquín aprovecha para relatar uno de los momentos históricos vivido por los vitigudinenses y que encontró tradición hasta no hace muchos años con aquellas carreras de caballos. Se trata de la batalla de San Antón acaecida en este lugar el 17 de enero de 1476 entre los partidarios de Juana ´la Beltraneja´ y los de Isabel II,  tras que esta ascendiera al trono por la muerte del Rey dos años antes, hermano de esta y padre de la princesa Juana, Enrique IV de Trastámara.

Y después de esta analepsis en el repaso de Joaquín a la historia de Vitigudino y los Maldonado, con su marquesado de Castellanos en reconocimiento a su fidelidad a la Reina en esa batalla, enseguida nos adentra en otras piezas del museo que merecen mayor detenimiento, como un pequeño sagrario de auténtica ´orfebrería´ realizado en madera y adornos de plata, por lo que seguro su creador fue un auténtico artesano ebanista y que nuestro guía nos muestra con orgullo.

Pero sin duda la pieza de mayor importancia en este pequeño museo es un misal ferial escrito en latín y que data del año 1707. Además, entre otros elementos que pueden encontrarse, en lo que a esta parte central museística de Petrus se refiere, sobresalen varias piezas de plata y otros metales nobles utilizadas durante los actos eucarísticos, así como prendas religiosas como dalmáticas o casullas púrpuras, azules, y verdes con bellos bordados en oro, y manuscritos y otros libros litúrgicos ya amarillentos por el paso de los siglos.

El paseo continúa en el segundo nivel de la torre donde se encuentra una sala de interpretación con la proyección de un audiovisual, y nuestro recorrido concluye en la tercera planta, en la que nos sorprende la luz que se adentra en el campanario, hoy reconvertido a mirador y que presenta a vista de pájaro la panorámica de las tierras de Vitigudino, sobrias y duras, pero llenas de historia que vale la pena conservar.

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