En la finca Rollanejo de El Cubo de Don Sancho se ha impartido un curso para formar a chicos en el oficio de Mayoral de finca de reses brava

Fuente: El Adelanto

 

No hace tanto tiempo, los jóvenes dejaban atrás las labores del campo y en muchos casos la tradición agrícola o ganadera familiar terminaba cuando decidían aprovechar el ´tirón´ de otros sectores como el de la construcción, el turismo o cuando demandaban una formación que nada tenía que ver con la heredada de sus padres y abuelos. Sin embargo, las tornas vuelven a cambiar y agotados esos empleos tras estallar la burbuja inmobiliaria, o desencantados por perspectivas laborales más bien escasas, los jóvenes vuelven a mirar al campo, esta vez, de forma profesional.

En los hogares con tradición taurina vuelve a escucharse eso de ´quiero ser vaquero´, porque se trata de una profesión que a pesar de la crisis, tiene importantes salidas laborales, sobre todo en una tierra como Salamanca, donde son numerosas las ganaderías que buscan mano de obra cualificada, que no tema cuidar del ganado bravo.

Cuando los candidatos a cubrir los puestos de mayorales o auxiliares escaseaban, los ganaderos se veían obligados a contratar a personal no cualificado, a extranjeros en muchos casos cuya cultura nada tenía que ver con el ponerse delante de un imponente animal como es el toro, por lo que muchos acababan ´subidos a los árboles´.

Sin embargo, los jóvenes que participan en el Curso de Auxiliar de Mayoral impartido por el Centro de Formación del Medio Rural de Moraleja (Cáceres), no solo disfrutan con la presencia de los astados, sino que desean hacer de ésta su profesión.

Aunque el curso está impulsado por el Gobierno de Extremadura, muchas de las prácticas profesionales se realizan en ganaderías salmantinas, como en la situada en la localidad salmantina de El Cubo de Don Sancho, que bajo el nombre de Finca Rollanejo, tiene un carácter especial, por ser la única ganadería en el mundo de propiedad municipal.

Según explica el coordinador del curso, José Luis Castro, en esta novena promoción, participan quince alumnos, aunque las solicitudes ascienden a unas 60 anuales, debido a que es el único centro del país que imparte esta formación. Por ese motivo, es necesario pasar por determinadas pruebas, una de ellas, la entrevista personal donde se aseguran de que los candidatos tienen verdadera afición por aprender este oficio.

La demanda se ha incrementado porque las circunstancias han cambiado en las fincas de ganado bravo. Muchos ganaderos están a punto de jubilarse, sin personal que realice un relevo generacional, por lo que aún en tiempos de crisis, es un empleo que apenas conoce el paro.

Se busca mayoral para finca

En este sentido, destaca que no es tan difícil encontrar anuncios del tipo ´se busca mayoral para finca´ de ganado bravo y en Castilla y León, Salamanca en concreto, es uno de los lugares donde más ganaderías precisan este tipo de personal cualificado, junto con Extremadura y Andalucía.

Como ejemplo, relata que el pasado año iniciaron el curso 15 personas, lo finalizaron un total de 13 y de ellos, nueve están trabajando en algún empleo relacionado con este tipo de estudios, por lo que se trata de uno de los módulos profesionales ´con más salidas´.

La formación teórica es fundamental, porque un mayoral no es solo quien da de comer al ganado, sino que realiza tareas de administración de la finca, tramita permisos y gestiona cuestiones veterinarias y de sanidad animal. Por ese motivo, realizan 1.200 horas de formación, aunque de ellas, 200 son prácticas profesionales en el terreno, es decir en ganaderías junto con los responsables de las mismas.

Además de asignaturas básicas como lengua, matemáticas o informática, los alumnos aprenden veterinaria, zootecnia o gestión de empresas, porque lo mismo tienen que gestionar los papeles de la finca, como arreglar un cercado o atender a un toro herido.

De sol a sol

Quienes ya se dedican a este oficio, no dudan en trasmitir a las nuevas generaciones los aspectos más duros del mismo y el mayoral salmantino Juan Manuel Beato, con 20 años de experiencia a sus espaldas, les explica que es un trabajo sin horario de oficina y que en algunos casos se prolonga ´de sol a sol´.

Por ese motivo, no duda en asegurar que ´sin afición´, no se puede ser mayoral y aunque hay tareas que pueden parecer duras, cuando te gusta tu profesión, compensa. En su caso concreto, quien le ´inculcó´ el amor al campo fue el matador de toros Santiago Martín ´El Viti´, ya que estuvo trabajando en una finca cercana a la del diestro, por lo que señala que tuvo ´un buen profesor´.

Más que un empleo, una vocación

Los alumnos confiesan que aman el campo, los toros, los caballos y la vida apartada que va intrínsicamente ligada a esta profesión, y aunque algunos no pasan de los 18 años, ya saben que no lamentarán el llevar a cabo un proyecto personal alejado de las formas de ocio más comunes entre los jóvenes de su edad, porque todos coinciden en que se trata de un trabajo por el que sienten una gran afición.

Con un estilo ´muy vaquero´, con la mano izquierda sujetando las riendas del caballo y con la derecha apoyada a la cintura, el joven Jairo Seco relata orgulloso que en su caso la pasión por el campo le viene de familia, ya que su abuelo también fue vaquero y precisamente en tierras salmantinas, donde estos días vive con intensidad lo que será su futuro.

Aunque reconoce que ´con toros nunca había andado´ y les tiene ´respeto´, cada día se siente más cómodo entre ellos y más seguro de la decisión que tomó, a pesar de su juventud.

Otros sin embargo deciden acercarse al mundo de la ganadería precisamente por estar cerca de los toros y tras comprobar como una carrera en el ámbito de la tauromaquia es muy complicada. Este es el caso de Samuel Díaz, un joven de 21 años que antes de mayoral, probó suerte con la muleta y la espada en la escuela de tauromaquia. Ahora y cerca de un animal que le apasiona, confiesa que ésta es ´la profesión más bonita del mundo´, aunque se pasa ´mucho frío´ y ´no hay domingos de fiesta´.

La mayoría de estos chicos comparten un mismo sueño, como es el que algún día puedan ser mayorales de su propia ganadería. Enrique Mazón, de 21 años de edad, explica que inició este curso por las salidas profesionales que tiene para quienes sienten la afición por el campo, pero su objetivo es poder algún día regentar su propio hierro.

Galeria de fotos
1366023068543_ICAL230139.jpg 1366023068543_ICAL230140.jpg 1366023068543_ICAL230141.jpg 1366023068543_ICAL230142.jpg 1366023068543_ICAL230143.jpg 1366023068543_ICAL230144.jpg 1366023068543_ICAL230146.jpg 1366023068543_ICAL230147.jpg 1366023068543_ICAL230148.jpg 1366023068543_ICAL230149.jpg 1366023068543_ICAL230152.jpg 1366023068543_ICAL230154.jpg

©Todos los derechos reservados, reyconet.es