Fuente: Salamanca24horas.com 2011-04-16

La meteorología acompañó desde que los caminantes se concentraron en la plaza del Juego de Pelota, donde fueron obsequiados con un recuerdo. Saliendo por la calle el Alba hasta el crucero de San Roque -con el cerro de San Pedro presidiendo el camino- se comenzó el caminar propiamente dicho por el Camino de los Pilonitos. Desde este mismo momento, la naturaleza, con la vida y el color que trae la primavera, comenzó a llenar de emoción a los caminantes. Seguimos avanzando hasta encontrarnos con el Caño de las Cartillas para desembocar en el carretera del Salto de Saucelle.

Tomamos la ruta del Camino de Pecarabo para detenernos a observar una fuete romana, de indudable belleza y armonía en el entorno. En estas, y cómo si el tiempo viniera a acecharnos en el camino, nos topamos con la mayor vergüenza que soporta esta tierra del oeste, el cadáver de la vía férrea La Fregeneda-La Fuente de San Esteban. Qué dolor produce ver esos huesos metálicos carcomidos por el óxido y la maleza adueñándose de lo que debería ser vida y progreso y no es más que un mal recuerdo y la más triste realidad. Pero nuestro destino es seguir adelante.

El camino se empina en una cuesta mediana para acceder al Alto del Cerbe (538 metros) que ya es todo un cuadro cromático entre distancias y visiones, para acercarnos a una belleza inimaginable, la Peña de la Vela (508 metros). Conviene detenerse en este mirador. Espectacular, histórico, impresionante. En estos lugares, que también llaman la Ruta del Contrabando o de los Contrabandistas, se ha levantado con sudor e imaginación la historia viva de esta tierra de la raya húmeda. Pero es que además, es lugar para emocionarse con aquellos hombres que por estos pagos casi inaccesibles levantaron majadas, cabriteros, chiviteros, casas donde la vida no debía ser fácil pero sí pleno de sentido y responsabilidad con el pan de cada día.

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